21 ago 2012

La Madre de Todas las Aguas

La Madre de Todas las Aguas (Historia de los Cuatro Rumbos, #2), Márgara Averbach, 2006. Ediciones SM.

La aventura continúa y los magos de Alera deben emprender un viaje hacia las islas del Collar de Perlas, luchando contra la incertidumbre, los mitos y leyendas que han llegado hasta sus oídos y los miedos que comienzan a surgir. Allí se encuentran con nuevas amistades y problemas, y descubren que la misión que los había llevado hasta allí es más grande e involucra a muchas más personas de las que creían.

Si el primer episodio de esta saga me pareció entretenido, complejo y atrapante, las palabras no me alcanzan para expresar cuánto disfruté de esta segunda parte.

En primer lugar, el trabajo con las palabras y el lenguaje sigue sosteniendo la trama, los personajes y los mundos. Cada frase despierta mil sensaciones y hace experimentar en carne propia lo que vive cada de uno de los magos, los animales, las plantas. El mundo que se presenta ahora es otro y el lenguaje acompaña esta transición, alternando la cosmovisión propia de los habitantes de Alera con las ideas y creencias de los habitantes del Collar.

El Collar de Perlas expande la complejidad en las relaciones porque representa un nuevo orden social, con reglas, costumbres y hábitos muy diferentes a los de Alera. La construcción que hace Márgara de una sociedad jerarquizada y separada es sólida y muy ilustrativa, y vuelve a poner al lector en una posición desafiante, dado que lo invita a volver a abrir la cabeza a una nueva realidad. Es fácil seguir a los personajes - a los viajeros y a los propios habitantes de la ciudad - en las preguntas que se hacen sobre las costumbres - propias y ajenas - y en la forma en que revisan cuáles son sus valores y descubren cuáles les fueron impuestos y a cuáles responden por convicción. La pregunta por el otro y la otredad también ocupa un lugar central y enfrenta a los personajes con sus propias ideas sobre quiénes son y las cosas en las que creen.

En este sentido, esta primera presentación de los personajes que tomaba lugar en el primer libro cobra otro significado en este libro. Los personajes se conocen en el encuentro con el otro y hay una historia muy particular y muy fuerte sobre quién se es cuando la historia familiar no son más que preguntas y silencios.

Los personajes crecen, toman sus propias decisiones, y el lector crece con ellos. Los conflictos adquieren dimensiones mucho más grandes y peligrosas y ellos responden. La dinámica entre los personajes se hace un lugar central en la historia y representa, creo yo, el lugar de mayor riqueza - sin duda alguna fue lo que más disfruté. Los magos se encuentran con nuevos amigos - y enemigos, por supuesto - y la relación que van estableciendo a lo largo de todo el libro es profunda, cercana, determinante, y marca el ritmo de la historia.

La historia atrapa y no deja escapar, y se vuelve una tarea imposible apoyar el libro en la mesa y dejar de leer. Las aventuras se multiplican, los personajes toman caminos separados que se dirigen hacia una misma dirección, y el lector descubre que la misión que han asumido los magos es mucho, mucho más grande de lo que se podía imaginar y que va a cambiar muchas vidas. Y surge una alianza que abre las puertas al próximo libro y que no puedo esperar a leer.



Por acá está la reseña del primer libro de la saga, Los Cuatro de Alera.

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