28 jun 2015

Sobre The Raven Cycle

No sé si es de público conocimiento que la saga de The Raven Cycle, una tetralogía de Maggie Stiefvater, tiene una fama impresionante en el mundo angloparlante. 

Eso era intrigante, porque a primeras, la saga no parece demasiada cosa. Atestigüen el resumen del primer libro, The Raven Boys:
"Sólo hay dos razones por las cuales una no vidente vería un espíritu en la noche de San Marcos", dijo Neeve. "O eres su amor verdadero... o lo mataste". 
Hace frío en el jardín de la iglesia, incluso antes de que lleguen los muertos.
Todos los años, Blue Sargent se para al lado de su madre vidente mientras los que pronto van a morir caminan por allí. Blue nunca los ve - no hasta ese año, cuando un muchacho emerge de la oscuridad y le habla directamente a ella.
Su nombre es Gansey, y Blue pronto descubre que es un estudiante rico de la academia Aglionby. Blue tiene una estricta política sobre mantenerse alejada de los muchachos de Aglionby. Conocidos como los Chicos Cuervo, ellos sólo significan problemas.
Pero Blue se ve atraída a Gansey en una forma que no puede explicar. Él tiene todo - familia, dinero, buen aspecto, buenos amigos - pero está buscando algo mucho más grande. Está en una misión que ha involucrado a otros tres Chicos Cuervo: Adam, el becado que resiente todo el privilegio que hay a su alrededor; Ronan, el rebelde que oscila entre la desesperación y la ira; y Noah, espectador taciturno de todos los demás, que registra muchas cosas pero dice poco. 
Desde que tiene memoria, Blue siempre recibió la misma advertencia: ella le traerá la muerte a su verdadero amor. Nunca pensó que eso fuese un problema. Pero ahora, mientras su vida se entrelaza con el mundo extraño y siniestro de los Chicos Cuervo, ya no está tan segura.
No es demasiado, ¿verdad? Muchas oraciones que sugieren caídas estrepitosas en clichés.

Pero los rumores sobre la posible publicación en español de esta saga acá (cortesía de SM) hicieron que finalmente cediera y lo leyera.

Podríamos resumir mis impresiones sobre este libro: ya terminé el tercero y espero con locura la publicación del cuarto.

¡Qué increíble! Tuve que retractarme de todas mis primeras impresiones (sobre todo de la impresión que deja la lectura de esa sinopsis). The Raven Cycle es una saga exuberante y compleja, con un despliegue piscológico impresionante. No voy a hacer referencia a cada uno de los libros en particular (el primero es The Raven Boys, seguido de The Dream Thieves y, por último sólo por ahora, Blue Lily, Lily Blue), sino que esta suerte de reseña va a apuntar a lo que destaca a toda la saga en general.

En primer lugar, los temas.

Quizás es que justo esta saga toca todos los temas que me interesan (¡¡hablan en latín!!). Quizás es que realmente los desarrolla con inteligencia y novedad. Maggie Stiefvater se ubica en los bordes borrosos de la magia y lo paranormal y entrelaza mito y realidad con mucho sustento histórico y hasta teórico: líneas ley, psíquicos, auras, mitología celta, viajes espectrales, ladrones de sueños, y una versión grunge de un mago.

La autora trata todos estos tópicos con fuerza y decisión, abriendo un espacio propio y construyendo un universo aparte, que logra diferenciarse de las demás historias que ya han hablado de todo esto. Maggie logra construir clima, ambiente, un color propio para estos temas.

Y esto está estrechamente vinculado con la escritura, la prosa de Maggie, que, hablando liso y claro, es preciosa. Observen:
- "Mis palabras son herramientas infalibles de destrucción y no he venido equipado con la capacidad de desarmarlas". 
- "Cuando Gansey era educado, se hacía poderoso. Cuando Adam era educado, cedía el poder". 
- "Él era hermano de un mentiroso y era hermano de un ángel; hijo de un sueño e hijo de un soñador". 
- "Deseo y temor yacían uno al lado del otro en su corazón, cada uno afilando al otro".
Maggie tiene un estilo circular: no atacan la idea o el concepto que quiere desarrollar de frente, sino que se toma el tiempo de rodearlo, analizarlo, degustarlo. E ilustra ese camino con oraciones inverosímiles, que incluso a veces pueden sonar hasta pretenciosas. Pero logra el objetivo, transmitir ese concepto, ese sentimiento o emoción con una violencia que retumba.

Es esta prosa, sumada a una sabia elección de un narrador en tercer persona, la que construye unos personajes espectaculares.

Blue, la no vidente, al margen de la vida, con sed de algo más; Gansey, el rey cuervo, desesperado por darle sentido a su vida; Ronan, el nervio descubierto, con una herida tan grande como su imaginación; Adam, el abusado, el abandonado, el resentido; Noah, el que une, el que está perdido. Y toda la familia de Blue, colorida y original, con una tristeza subyacente; la familia de Ronan, tan perdida como él; los otros chicos de Aglionby; los personajes que se van sumando en la misión que tiene Gansey.

Cada uno es un entrelazado complejo de emociones, búsquedas, ideas, decepciones, esperanzas. Maggie los trabaja con el cuidado de un escultor, puliendo y abriendo capas cada vez más profundas. Y nunca se nos dicen cómo son, sino que se nos muestran, se nos revelan. Los libros se toman el tiempo para hacer foco en cada uno de ellos y para desarrollarlos con la justicia que merecen. Nadie es en esta saga el personaje secundario. 

The Raven Cycle es realmente una rareza. Maggie Stiefvater evita deliberadamente las escenas trilladas o las vueltas de tuerca esperables y se concentra en la psicología de los personajes y en cómo la magia y lo paranormal van afectándolos y transformándolos. Tengo la sensación de que estos libros me dejaron astillas adentro: así como en la historia la magia necesita entrar en vínculo con los personajes para vivir, la prosa y el desarrollo de la historia necesita del lector para terminar de evocar las emociones que quiere transmitir. Y, después, deja esas evocaciones por largo rato.

No sé si esta reseña alcanza, pero lo que quiero decir es: qué saga poderosa.


23 jun 2015

Crónica de una fiesta

Frente a la ardua tarea de tener que enseñarles a mis alumnos sobre la vida de Shakespeare y su contexto histórico-social-cultural-político, la semana pasada se me ocurrió una idea vagamente interesante: organizar una "Shakespeare's Party", una clase para celebrar a Shakespeare y darlo a conocer.

Pero, ¿cómo hacerlo atractivo para los chicos? Después de recibir algunos consejos, la idea tomó forma. La pauta sería la siguiente: los chicos tendrían que investigar sobre Shakespeare y traer preguntas para hacerme a mí, docente humilde, para ponerme a prueba. Como bonus, les dije que podían traer comida para desayunar mientras charlábamos.

Nada como decirle a los alumnos que pueden dejar en ridículo a un profesor para que se entusiasmen. Y que, encima, mientras lo hacen, pueden comer.

Bro Shakespeare
Yo preparé cosas y llevé, sobre todo, decoración. Imprimí la imagen de "Bro Shakespeare", algunos cómics sobre Macbeth (la obra que trabajamos en clase) y la famosa cita de Julio César que retomó John Green para titular su novela: "The fault, dear Brutus, is not in our stars but in ourselves, for we are underlings". Entre otras cosas.

Hoy fue la fiesta.

Y, wow, qué fiesta.

Los alumnos trajeron hojas de información y miles, miles de preguntas. Me sometieron a un riguroso cuestionario sobre los detalles más increíbles de la vida de Shakespeare ("¿Qué se dice que le regalaron para su cumpleaños número 46?", "¿Qué le legó a su esposa una vez que murió?") y debatieron entre ellos cuando las respuestas fueron ambiguas o inverosímiles.

Y mientras esto ocurría, yo organizaba la información, expandía, les repreguntaba cosas a ellos. 

Cuando llegó el momento de hablar sobre sus sonetos, extraje mi celular y les pasé un audio de Tom Hiddleston y Alan Rickman leyendo los sonetos 130 y 18. Después leímos varias traducciones y debatimos sobre qué tan enamoradizo era Shakespeare.


Hablamos de su matrimonio, de la maldición que había puesto sobre su tumba, de ¡¿cómo que no había mujeres actrices y los hombres hacían los papeles femeninos?!, de Ana Bolena, Isabel I, el anglicanismo y las teorías sobre la inexistencia de Shakespeare.

Y, ¡oh sorpresa! Casi sobre el final de la clase, los chicos me mostraron un juego que habían armado: me bombardearon con diferentes frases de estilo shakesperiano para que adivinara si, efectivamente, eran de Shakespeare. En el medio, mezclaron frases de Borges, Lennon y, sí, Kanye West.

Al final de la clase varios alumnos se me acercaron para decirme que se habían divertido. Otros, para decirme que se habían enterado de un montón de cosas interesantes mientras investigaban. Y una alumna me regaló esto:




¡A veces la docencia es una sorpresa tan hermosa!

7 jun 2015

Me and Earl and the Dying Girl

Me and Earl and the Dying Girl, Jesse Andrews, 2012. Amulet Books.

Greg Gaines es el mejor maestro de espionaje del secundario, capaz de desaparecer a voluntad en medio de cualquier entorno social. Sólo tiene un amigo, Earl, y juntos hacen películas, versiones incomprensibles de cultos clásicos como los de Coppola o Herzog. 
Hasta que la mamá de Greg lo obliga a retomar una amistad infantil con Rachel.
A Rachel le diagnosticaron leucemia - pura incomodidad adolescente - pero el mandato materno ha sido expresado y debe ser obedecido. Cuando Rachel detiene el tratamiento, Greg y Earl deciden que lo que hay que hacer es filmar una película para ella, que pronto se convierte en La Peor Película Jamás Hecha y se vuelve un punto de inflexión cada una de sus vidas.
De pronto, Greg debe abandonar su invisibilidad y pararse bajo las luces.

"¿Qué es este libro?", se preguntarán. "¿Es otra versión de Bajo la misma estrella?", puede ser otra pregunta. Y la respuesta en ambos casos podría ser la misma: este libro es un misterio.

Me and Earl and the Dying Girl tiene los mismos elementos que la novela de John Green (¿y fueron escritos en el mismo año? Qué sospechoso), pero hasta ahí llegan las similitudes. Porque mientras la novela de Green desarrolla un romance amoroso teñido de frases irónicas protagonizado por adolescentes (que a veces no lo parecen), Andrews construye un relato dolorosamente adolescente.

La novela sigue el desarrollo de la vida de Greg, su vínculo con Earl y sus tardes filmando, la amistad forzada con Rachel y su enfermedad, pero lo hace desde un foco muy peculiar: Greg, un adolescente bien adolescente, que narra apelando constantemente al narrador.

Su pasión por el cine tiñe los capítulos y muchas veces la narración se transforma en un guión de cine, porque así percibe él el mundo. Greg es gracioso, irónico, desconsiderado, preocupado, pero su fortaleza es que logra erigirse como un personaje que realmente está atravesando una edad intensa. No sabe qué quiere, qué no quiere, cómo hacer para evitar vincularse, cómo hacer para lograr no salir de su pieza. Es muy autocrítico y vive enroscándose en sus propias palabras, tratando de explicar cosas que todavía ni él entiende. Muchas veces, por ejemplo, la única forma que encuentra para lidiar con un problema es quejándose: "UUUUGGGHHHH". Ese puede llegar a ser el contenido de un capítulo.

Me and Earl and the Dying Girl entreteje esta historia de juventud, enfermedad, amistad y muerte con hilos deliberadamente imperfectos: Greg, Earl, Rachel, sus familias, sus compañeros, sus profesores; y logra mostrar que la vida a veces es la vida, y que so it goes. Pero lo hace con la alegría de saber que, para que la vida sea la vida, hay que estar vivo y vivir.

No será una novela perfecta, pero Me and Earl and the Dying Girl es una foto perfecta de la adolescencia y sus avatares. Quizás más aún que la novela de Green.
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